Algunos "sucesos extraordinarios" en mi vida me impidieron seguir adelante con el seguimiento del Mundial desde este blog a partir de octavos de final, ahora con un poco mas de tiempo, vamos a tratar de resumir algunas conclusiones sobre este torneo y sus protagonistas.
Ya ha pasado una semana del final de la Copa del Mundo y sus luces se van apagando como las del circo que deja el pueblo y se aleja por el camino en la noche.
Ya ha pasado una semana del final de la Copa del Mundo y sus luces se van apagando como las del circo que deja el pueblo y se aleja por el camino en la noche.
Como hace 4 años en Sudáfrica salió campeón
el equipo que a priori llegaba como favorito (por lo menos a jugar la final) y
que desde el primer día fue confirmando su condición. Esto sin dejar de
mencionar que Alemania, como España entonces, bien pudo haber perdido la final
en un partido casi calcado de aquel de Johannesburgo y eso, por supuesto, no habría
sido injusto. No hay tal cosa como campeones morales en la final de un Mundial y el equipo que levanta la Copa es el que lo mereció.
Pero los dos últimos campeones fueron los
mejores equipos a lo largo del torneo y Plutarco
podría escribir un capitulo de sus “Vidas paralelas” con estos dos. Llegaron
ambos empuñando la bandera de un fútbol que siempre parece a punto de
extinguirse, el que prioriza la posesión en ataque, el que propone ganar por
superioridad futbolística, el que no especula con armados tácticos para anular
el fútbol del rival. Ambos enfrentaron
problemas en la primera fase, España con Suiza, Alemania con Ghana. Ambos
tuvieron que sufrir mas de lo pensado contra algún rival en los papeles menor
de la segunda fase, España contra Paraguay, Alemania contra Argelia, ambos
alcanzaron su cenit en las semifinales, España contra la misma Alemania en un
partido que será recordado por la sublimación del tiqui-taca y Alemania contra Brasil
donde, a pesar del desplome emocional de los locales en la primer media hora
que explica los 7 goles, la Mannschaft alcanzó niveles de exhibición pocas
veces visto en este tipo de torneos.
Finalmente ambos en la final tuvieron que enfrentarse a equipos que eran
su opuesto futbolístico, su “kriptonita”. La Holanda del 2010 y la Argentina
del 2014 jugaron partidos idénticos, apostando, desde un domo de hierro
defensivo y una intensidad feroz (la holandesa bordeando la violencia, la argentina siempre leal), a sacar partido de la “ingenuidad” de los pases
laterales y la posesión en ataque para presionar, robar y forzar un contragolpe decisivo
para sus delanteros. Entonces, fue Casillas quien doblegó a Robben en dos
ocasiones y le permitió a España seguir compitiendo hasta la definición
histórica de Iniesta, la semana pasada no fue
necesaria la intervención de Neuer, fueron los delanteros argentinos, mentados
como los mejores del Mundial antes de comenzar el torneo, los que no le
acertaron al arco en tres ocasiones y le dieron la oportunidad a Alemania de
seguir luchando hasta el gol decisivo de Gotze. No habría sido injusto que
Holanda entonces y Argentina ahora hubiesen levantado la Copa, por ello es aún
mas extraordinario y remarcable el logro deportivo de los últimos dos campeones, la extrema competitividad de sus rivales en las finales incrementa la gloria y agranda el paralelismo de sus vidas.
Pero aquí Plutarco tendría que conceder una
diferencia fundamental; España llegó al Mundial con una formación calibrada en
la Eurocopa ganada en el 2008 y Del Bosque no hizo prácticamente ningún cambio
en el equipo a lo largo del torneo, incluso cuando muchos le reclamábamos que
jugaba con 10 por el nulo aporte de Fernando Torres. Solo el día de la final y
con Torres lesionado se permitió un cambio. Al final hubo que pedirle disculpas al bigotón,
apostó a un equipo y salió campeón con él. Low por su parte hizo todo tipo de
cambios y experimentos durante el torneo, modificaciones que le hubieran valido
un sinnúmero de críticas en otras circunstancias pero que a la larga, con la
Copa abajo del brazo, parecieron un símbolo de la flexibilidad y las variantes
del equipo alemán. Empezó la primera fase alardeando de jugar sin 9, alla Barcelona, y termino con el 9 por
antonomasia en la segunda fase, Miroslav Klose. El trío Khedira, Schweinsteiger
y Kroos, que deslumbró en la semifinal, no jugaron juntos sinó hasta los cuartos de
final con Francia, antes Khedira y Scweinsteiger se alternaban el puesto. Y en
la final, cuando se cayó Khedira, no entró Gotze, que había sido titular en el
primer partido sino el debutante Kramer. Low guardioleó
con Lahm en el mediocampo la mitad del torneo y luego se dio cuenta que se
había olvidado de llevar laterales a Brasil y tuvo que devolver al capitán a su
posición. Jugó la mitad del torneo con Boateng de lateral y la otra con Boateng
de central en lugar de Mertesacker.
Y asi y todo Alemania fue campeón y mereció serlo, recalculando todo el tiempo cual era la mejor forma de aplicar su sistema pero sin despegarse de la idea que generaba su sistema ni un centímetro.
Si en las vidas paralelas de Plutarco
encontramos que, en la historia de los grandes personajes de la Grecia Clásica y de
la Roma Imperial, se demuestra una herencia y una continuidad cultural evidente, las
vidas paralelas futbolísticas de España y Alemania nos confirman algo que sospechábamos
antes de empezar el torneo, que la heredera de aquella gran selección del tiqui-taca
no era esta España del 2014, lenta y conflictuada sino la nueva Alemania del fútbol moderno, de la cultura del pase y la
filosofía del juego.
En la semana, si la vida me lo permite,
hablaremos sobre Argentina.
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